Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La edad de las tinieblas puede ser nuestra época y su cortejo de sombras, pero también el zoológico fantasmal que el humilde quinqué arroja sobre la pared en una noche lejana.
Los cincuenta poemas en prosa de este libro hacen desfilar ante nosotros el poder, la arrogancia, el afán de superioridad, la envidia y los deseos de gloria y de dinero reducidos a polvo. Y en contraste se alaban aquellos aspectos que vuelven habitable el mundo y tornan la vida en algo digno de ser vivido.
La edad de las tinieblas explora todas las posibilidades—líricas, narrativas, ensayísticas— que se abren ante el poema en prosa, el más libre y ondulante de los géneros. Babel de las ilusiones perdidas y al mismo tiempo celebración del simple estar aquí en este mundo, La edad de las tinieblas continúa y renueva una alta tradición de nuestra literatura que ha dado las obras de Alfonso Reyes y Julio Torri, de Octavio Paz y Juan José Arreola, y abre nuevos caminos para la prosa mexicana del siglo XXI.