Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La historia de la antropología no está exenta de casos en
los que los trabajos científicos han inspirado narraciones literarias o que se
han confundido con cuentos o novelas.
Ejemplo de esto último es el caso de Juan Pérez Jolote, de Ricardo Pozas
o la de Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis, por mencionar sólo dos. Por otra parte, la mirada penetrante de
autores como Joseph Conrad, José María Arguedas, Juan Rulfo, entre otros, nos
presentan con maestría procesos sociales, rasgos culturales y relaciones
complejas del individuo y la sociedad, que han inspirado investigaciones e
incluso nuevos enfoques metodológicos.
Tampoco son pocos los trabajos literarios que contienen descripciones
tan acuciosas, que se les consulta como etnografías.Este número de Diario de Campo está dedicado a diferentes
tipos de narrativa, de tal manera que su sección Quehaceres ofrece diferentes
narraciones de comunidades indígenas de México.
[Fragmento]
Consejo Editorial