La historia de México está llena de grandes momentos épicos y héroes memorables, pero desafortunadamente también de episodios vergonzosos plagados de traición, ambición desmedida y deshonor, como los que se narran en esta primera entrega de los divulgadores de la historia más populares de la televisión. En 1847 un grupo de liberales le propuso al general estadounidense Scott quedarse a gobernar México. Si algo define la historia de México son los fusilamientos y asesinatos a mansalva: Miguel Hidalgo fusilado, Melchor Ocampo fusilado, Francisco I. Madero asesinado, entre muchos, muchos más. ¿Moctezuma fue un cobarde al permitir a los españoles la entrada en Tenochtitlan sin oponer resistencia? A los mexicanos nos cuesta mucho creer en las instituciones y en la ley: seis constituciones en casi doscientos años de vida independiente dan testimonio de ello
El mal no se limita a la guerra ni a las circunstancias en que las personas actúan bajo una presión extrema. Cada vez con más frecuencia, el mal se revela en la cotidiana insensibilidad hacia el sufrimiento de los demás, en la incapacidad y el rechazo a comprenderlos y en el eventual desplazamiento de la propia mirada ética. El mal y la ceguera moral acechan en la trivialidad y la banalidad de la vida cotidiana, y no solo en los casos anormales y excepcionales. La ceguera moral que define a nuestras sociedades la analizan brillantemente Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis a partir del concepto de «adiáfora»: el acto de situar ciertos actos o categorías de los seres humanos fuera del universo de evaluaciones y obligaciones morales. La adiáfora implica una actitud de indiferencia hacia lo que acontece en el mundo; un entumecimiento moral. En una vida cuyos ritmos están dictados por guerras de audiencias e ingresos de taquilla, donde la gente está absorta ante sus aparatos tecnológicos y al pendiente de sus redes sociales; en nuestra «vida apresurada» en la cual rara vez hay tiempo para detenernos y prestar atención a temas de importancia, corremos el grave riesgo de perder la sensibilidad ante los problemas de los demás. Salvo las celebridades y las estrellas mediáticas, nadie puede esperar ser tomado en cuenta en una sociedad extenuada por la información sensacionalista y sin valor. He aquí una penetrante investigación sobre el destino de nuestra sensibilidad moral, dirigida a quienes se preocupan por los profundos cambios que silenciosamente configuran las vidas de todos en nuestro contemporáneo mundo líquido.