Las nuevas hornadas generacionales, los millennials y los Z, han sido criadas con enfoques terapéuticos y padres hipervigilantes que estaban obsesionados con la felicidad de sus hijos. Sin embargo, esos niños son hoy jóvenes solitarios, ansiosos, deprimidos e inseguros. Asegura Abigail Shrier que «los miembros de la nueva generación no están en absoluto preparados para llevar a cabo tareas básicas que se esperan de cualquier adulto» y «desconfían de los riesgos y las libertades que implica el hecho de madurar».