El periodista deportivo es la novela que consagró internacionalmente a Richard Ford, de quien Raymond Carver escribió que era «el mejor escritor en activo en nuestro país» y el crítico francés Bernard Géniès afirmó, en una encuesta en Le Nouvel Observateur, que «se está convirtiendo tranquilamente en el mejor escritor norteamericano». Frank Bascombe tiene treinta y ocho años y un magnífico porvenir como escritor a sus espaldas. Hace tiempo disfrutó de un breve instante de gloria, tras la publicación de un libro de cuentos, pero luego abandonó la literatura, o fue abandonado por ella. Ahora escribe sobre deportes y entrevista a atletas, a quienes admira porque «no tienen tiempo para las dudas o la introspección».Y escribir sobre victorias y derrotas, sobre triunfadores del futuro o del ayer, le ha permitido aprender una escueta lección: «En la vida no hay temas trascendentales. Las cosas suceden y luego se acaban, y eso es todo.» Lección que podría aplicarse a su fugaz fama como escritor, a su breve matrimonio o a la corta vida de su hijo mayor, Ralph, que murió a los nueve años. ¿Cuál es el drama que ha provocado el fracaso de su matrimonio? ¿Por qué Bascombe ha renunciado a la literatura? ¿Qué le anima, sino una «moral de la apatía», un vivir la vida de instante en instante, un rehuir el suicidio por los caminos de la deseada analgésica banalidad? El periodista deportivo es un implacable testimonio de los desencantos inevitables, de la corrosión de las ambiciones, del aprendizaje de los placeres mínimos que permiten sobrevivir.
Sayuri Navarro (San Luis Potosí, 1991). Es directora, actriz y performer egresada del Centro de las Artes de San Luis Potosí. Forma parte de las prácticas de escena expandida coordinadas por la Compañía Teatro Línea de Sombra. Ha participado en el Encuentro Internacional de Escena Contemporáneo, en el Laboratorio de Interdisciplina Escénica Caja Negra/Cante y en el Festival de la Joven Dramaturgia, entre otros. Fue becaria de Jóvenes Creadores del PECDA 2014.
El presente volumen recopila dos obras que ejemplifican el vigor del teatro mexicano y dan cuenta de la diversidad de sus recursos. Escritas por un jóvenes dramaturgas nacidas en los ochenta y noventa, estas paginas ponen en juego una vocación literaria que abre nuevos desafíos.