Esta novela, singular por el notable ejercicio de prosa poética, es un largo viaje laberíntico, diríase mítico, a partir del desencuentro de los amantes, que para la protagonista no es el fin del amor sino su principio. En un tono profundamente personal y erótico, la autora recrea un vasto mundo cultural donde la mujer, víctima o verdugo, es el centro de la historia y de la leyenda, y el amor, el arme de ejercer la "minotauromaquia" en el eterno ámbito del dolor.Puede decirse que esta obra, plena de simbolismos -como bien explica Martha Robles en la presentación-, se encumbra en la mejor tradición del discurso amoroso de la literatura mexicana contemporánea.