Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
El tiempo que pasa entre amanecer y atardecer, luna llena y luna nueva, hasta llegar de nuevo al mismo punto del calendario, es precisamente el que arroja luz sobre las cosas: dibuja su contorno y les da su lugar en el mundo. Las palabras, el sueño, el hombre y la naturaleza atraviesan los días que los llevan desde su origen hasta la muerte o el olvido. Entre dos puntos en el tiempo caben momentos de contemplación e introspección en los que la mirada del poeta elterna entre el ser de las cosass y el de los otros, de tal manera que la geografía de la cuidad o de países exóticos describe una travesía del pensamiento; cada cosa que tiene nombre también es un viaje circular, el relato de su propia existencia. También lo cotidiano tiene geografías: ese cauce de conversaciones, recuerdos e imágenes va cobrando, finalmente, el relieve de un paisaje personal. Nada está completo hasta que no cumple su órbita, el ciclo que lo envuelve y le da su ser. Al pasar por las páginas de este libro, el lector encontrará la experiencia de este paisaje, donde se mezclan la imaginación y la realidad, una marcha entre el cuerpo y la tierra, plantas y animales, amores y oficios: "Los cazadores de miel peligran en todo momento. / [...] Las máscaras en la nuca son inútiles: / el tigre distingue la carne del plástico, / la mirada de terror de unos ojos pintados, falsos, / más muertos que el pobre incauto que en ellos confía. / Mañana, se sabe, morirán los últimos cazadores... / Más valdría dejar la miel al tigre".