Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
El doctor Arnoldo Kraus tiene la elegante manía de conservar los lápices que utiliza para escribir una vez que han dejado de servirle. Sus cuerpos cortos, gastados, ya inútiles, son el registro final de una vida en que su curiosidad clínica por todo lo humano se ha ido decantando en el vaso transparente del más personal de los géneros literarios: el ensayo.
Vicente Rojo no conserva sus lápices: su estudio legendariamente inmaculado de Coyoacán no tendía espacio para ellos. Sin embargo, en el vasto compás de la vida de Rojo una vida cuyo faro nunca ha dejado de ser la plástica, el centro no es la aguja, sino la punta de grafito. Las variaciones gráficas sobre el tema del lápiz que integran este libro son un ensayo sobre el más humilde y vital de los instrumentos de un artista.
Arnoldo Kraus y Vicente Rojo. Vicente Rojo y Arnoldo Kraus. Dos autores, dos ensayos, dos campos de experimentación estética que, al sumarse, multiplican sus posibilidades expresivas, pero sobre todo, el placer del visitante.
¿Quién de los dos es el autor de esta Apología del lápiz? ÁLVARO ENRIGUE
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