Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En un burdel de Casablanca habitado por magnate, poetas alcohólicos, proxenetas y mujeres-flor, transcurre Damiselas de Numidia. El narrador se instala en la vida nocturna para describir las historias de un mundo sórdido, donde se mezclan escenas de ternura y crudeza, en las cuales resuenan tanto las imágenes de la erótica clásica, como las traducciones de Sir Richard Francis Burton o los textos de Jean Genet.Entre el costumbrismo sucio y el islamismo callejero, el humor corrosivo, la erudición y el gusto por la palabra se reúnen: "no bautizados, paganos de buena fe y escépticos sinceros", para evocar un universo ligado a una sexualidad proscrita en los estados musulmanes contemporáneos, donde las metáforas de la poesía árabe sirven a Mohamed Leftah sólo para marcar la ruptura con su propia tradición.