Una novela negra ágil, con mucha acción y una protagonista sorprendente. «Digo a mi favor que no cometí más errores que cualquier madre, fui sobreprotectora, otras veces dura, pero siempre en el afán de prepararla para este mundo traidor e incierto.¿Será que la traumé en vez de darle cariño?» La sicaria de Polanco es una novela negra ambientada en México DF en época actual. Se trata de un libro ágil, pleno de acción, protagonizado por una mujer de personalidad arrolladora. Karina Shultz sorprenderá al lector, que será cómplice de todas las peripecias que ha de vivir, de manera cada vez más atropellada, esta mujer convertida en asesina a sueldo. Es una novela policíaca, pero también social, ya que critica las diferencias tan marcadas de clase, así como la corrupción, sin moralinas ni juicios de valor. Se centra en mostrar la dualidad chocante en la que vive el personaje principal, que pasa los días intentando conciliar su vida de madre de dos chicos adolescentes y novia de un agente de policía con su papel ocasional de asesina. Pero llegará un momento en el que el frágil equilibrio en que vive se quebrará y todo empezará a desmoronarse alrededor de ella.
Novela narrada por el carpintero Ermelindo Mucanga, muerto en las vísperas de la independencia de Mozambique, cuando trabajaba en la restauración de la Fortaleza de San Nicolás. Ermelindo es un xipoco, un fantasma que vive en una cueva bajo un árbol de frangipani en el balcón de la Fortaleza. Las autoridades del país lo quieren volver héroe nacional, pero lo que él realmente desea es morir de una vez por todas, para lo cual tiene que "morir" de nuevo. Así, siguiendo el consejo de un tamanduá africano (una especie de oso hormiguero), encarna en el inspector policiaco Izidine Naíta, encargado de investigar un asesinato en un asilo de ancianos. Ahí será testigo de los malos tratos y de la agonía de esos ancianos que son la tradición, el alma de Mozambique, a quienes los políticos y el pueblo desprecian. En este libro, Mia Couto parece tener magia en sus palabras, éste tal vez sea su obra más singular y objetiva. En una prosa marcadamente fiel al alma y al modo de hablar de los mozambiqueños (atinadamente recreada en la traducción de Rodolfo Alpízar y acompañada de las ilustraciones de Gerardo Gómez Tonda), el autor se nos presenta con un lenguaje poético que muchas veces hace detenerse en la lectura para sonreír, releer, fijar los ojos y saborear las palabras.