Los poemas de María Enriqueta Camarillo son trágicos y solemnes. No hay uno que termine en satisfacción: incluso los que inician con un argumento que no parece fatal, se encauzan hacia la pérdida, la soledad, la imposibilidad de ser feliz. Quizá su sensibilidad femenina le facilitaba ver personas y circunstancias que la sociedad invisibilizaba para retratar la pesadumbre con belleza.