Desde un costado de la plazoleta, el pueblo acompaña a su reina. Anacaona sube los tres escalones que la separan de la plataforma; se ve derrotada pero no vencida, no gime ni se queja. El verdugo se acerca a ella, le coloca la soga en torno al cuello, luego la ayuda a subir. Anacaona alza la cara por encima del horizonte...
El cine y la familia, dos dimensiones que María Novaro ha unido en sus películas y que, a la hora de leer, también se manifiestan y se entrelazan. En esta conversación en el Sillón Verde.