El periodista deportivo es la novela que consagró internacionalmente a Richard Ford, de quien Raymond Carver escribió que era «el mejor escritor en activo en nuestro país» y el crítico francés Bernard Géniès afirmó, en una encuesta en Le Nouvel Observateur, que «se está convirtiendo tranquilamente en el mejor escritor norteamericano». Frank Bascombe tiene treinta y ocho años y un magnífico porvenir como escritor a sus espaldas. Hace tiempo disfrutó de un breve instante de gloria, tras la publicación de un libro de cuentos, pero luego abandonó la literatura, o fue abandonado por ella. Ahora escribe sobre deportes y entrevista a atletas, a quienes admira porque «no tienen tiempo para las dudas o la introspección».Y escribir sobre victorias y derrotas, sobre triunfadores del futuro o del ayer, le ha permitido aprender una escueta lección: «En la vida no hay temas trascendentales. Las cosas suceden y luego se acaban, y eso es todo.» Lección que podría aplicarse a su fugaz fama como escritor, a su breve matrimonio o a la corta vida de su hijo mayor, Ralph, que murió a los nueve años. ¿Cuál es el drama que ha provocado el fracaso de su matrimonio? ¿Por qué Bascombe ha renunciado a la literatura? ¿Qué le anima, sino una «moral de la apatía», un vivir la vida de instante en instante, un rehuir el suicidio por los caminos de la deseada analgésica banalidad? El periodista deportivo es un implacable testimonio de los desencantos inevitables, de la corrosión de las ambiciones, del aprendizaje de los placeres mínimos que permiten sobrevivir.
Huérfano desde niño, y educado en la Checoslovaquia rural por sus abuelos en circunstancias particularmente difíciles, Jakub Procházka es un joven astrofísico preparado para convertirse en el astronauta más célebre de su país. Cuando una peligrosa misión con destino a Venus le brinda la oportunidad de proclamarse héroe nacional y, a la vez, de expiar los pecados de su padre infamante colaborador en la época comunista, Jakub decide lanzarse al espacio desconocido. Si dejar atrás a su mujer ya lo sume en la incertidumbre, al hallarse completamente solo en la vastedad del universo no puede evitar que lo visiten no sólo algunos fantasmas del pasado, sino, sobre todo, un fantasma muy real, de formas no humanas, con quien traba una amistad cada vez más estrecha. El destino de Jakub, íntimamente ligado a los hitos de la historia checa, dará más de un giro inesperado. En una atmósfera onírica en la que lo intergaláctico se alía con lo más cotidiano, y la fantasía impregna lo más tangible, incluidos los hechos inapelables, nada parece decidido de antemano. Y, aun así, sombras insistentes proyectan sus tentáculos en el viaje vital emprendido por Jakub.