Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En el siglo XIX, la capital de la Nueva España tiembla ante un monolito desenterrado por accidente, representación de la diosa azteca de la muerte. Casi tres siglos antes, la gran Tenochtitlan fue asolada y la colonia construida sobre ruinas. Fuerzas,ocultas se empeñan en traer al presente esta herencia de sangre y destrucción, y es así como la Ciudad de México actual se ve asolada por un demente que recrea antiguos ritos prehispánicos en sus asesinatos. Casasola, reportero del Semanario Sensacional, debe investigar el caso de los corazones humanos encontrados en el Museo del Templo Mayor. Elisa Matos, arqueóloga, rehén de una vida amorosa impulsiva y caótica, se convierte en aliada indispensable durante sus pesquisas, pero también en el objeto de sus deseos. Dioses desterrados que se niegan a morir, personajes empeñados en entender un pasado enigmático y lejano, autoridades que sospechan de todos. Esta novela reúne elementos históricos, policíacos y fantásticos para entregarnos una trama que avanza in crescendo, un thriller pleno de emoción y sorpresa. Desde su primer libro, Bernardo Esquinca dejó claras sus tareas narrativas: soprendernos con su forma de renovar los subgénereos, aterrados con sus pesadillas, pero, sobretodo, fascinarnos con alta calidad de su escritura.