En Justine o los infortunios de la virtud, la obra que le valió su encierro final, en el que permaneció hasta su muerte, el marqués de Sade satiriza a la burguesía triunfante de la Revolución francesa representada en el conde de Bressac, el perverso libertino autor de los más aborrecibles actos criminales. Como en otras de sus novelas, Sade reconstruye el discurso implícito que guía los acontecimientos de aquella revolución y lo pone en boca de sus personajes sádicos