Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
E. J. Trelawny, marino, quizá pirata, escritor y aventurero, encarnación andante del héroe byroniano y rendido entusiasta del genio de Shelley, vivió junto a los dos poetas sus últimos días, de los que estas Memorias (1858) son una crónica privilegiada. Trelawny descubrió e incineró el cuerpo de Shelley en la playa de Massa, y siempre guardó tributo a su delicadeza y generosidad; veló más tarde el cadáver de Byron en Missolonghi, y aprovechó la ocasión para inspeccionar de cerca los misterios de su cojera. En una mezcla insólita de libro de viajes, estudio psicológico, biografía de artista e historia épica, estas memorias son tanto un vivo documento como un original empeño de creación literaria.