Ingenuo y violento, Vikar no es un cineasta sino un cineautista, y el mundo donde se introduce es un vórtice cultural en plena agitación: drogas que le asustan, una sexualidad que le devora, una música que no entiende. El Hollywood al que ha llegado en su obsesión con la gran pantalla es un Hollywood tan indiferente al cine como al propio Vikar.