La Clarice cronista, al igual que en la narrativa, es muchas veces el ama de casa que se enfrenta a los problemas domésticos, pero es también la mujer que semana a semana envía a la criada a entregar estos textos de los que pedía no se moviera una sola coma o que le fueran devueltos para después descubrir que son el germen con el que nacieron poemas como El dolor y El niño o los cuentos Es para allá que voy y Los desastres de Sofia