Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
La Clarice cronista, al igual que en la narrativa, es muchas veces el ama de casa que se enfrenta a los problemas domésticos, pero es también la mujer que semana a semana envía a la criada a entregar estos textos de los que pedía no se moviera una sola coma o que le fueran devueltos para después descubrir que son el germen con el que nacieron poemas como El dolor y El niño o los cuentos Es para allá que voy y Los desastres de Sofia
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