México, 1913. Mientras las calles de la capital se llenan
de sangre y fuego en lo que Ramón López Velarde llamó
febrero de Caín y de metralla, en el norte del país, en el
estado de Coahuila, el gobernador Venustiano Carranza
se apresta a desconocer el mandato del usurpador Huerta
y así dar inicio a la segunda etapa de la Revolución,
encabezando el movimiento constitucionalista que unos
años más tarde lo llevaría a la presidencia.
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