Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
“Era un niño, de ojos oscuros y mirada seria, con una marca de nacimiento en el cuello —una baya de marrón cálido— y con un rostro gentil, demasiado tranquilo y atento para su corta edad. Los zapatos desgastados; los calcetines gruesos sujetados en las rodillas; los pantalones cortos, rectos, con tres pequeños e inútiles botones en el costado; la playera de marinero; la vieja gorra abollada y deformada, colocada de costado en la parte superior de la cabeza que era como un cuervo; la vieja y sucia bolsa de lona colgada del hombro, vacía ahora, pero esperando las crujientes y arrugadas hojas de la tarde —estas amigables y desgastadas prendas, moldeadas por Grover, lo expresaban a él. Se dio la vuelta y pasó por el lado norte de la plaza y en ese momento vio la unión entre el Siempre y el Ahora”.
Grover comienza este corto relato rescatando del pensamiento ese sentimiento de eternidad que se puede encontrar en lo cotidiano: la plaza que frecuentamos, la ropa que usamos, las cosas que deseamos.
El niño perdido es una novela biográfica donde Wolfe nos presenta a Grover, un hermano mayor que tuvo, pero que fallece a los doce años. Dividido en cuatro partes y narrado con cuatro voces diferentes, podemos escuchar la melancolía derramada por la añoranza de aquel miembro de la familia que los dejó a mitad de camino.