El 1 de enero de 1994, México y el mundo despertaron en un lugar distinto. El asalto del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a cinco cabeceras municipales en Chiapas resquebrajó la narrativa nacional que veía con una mezcla entre desprecio y paternalismo a las poblaciones que, al mismo tiempo y con gran hipocresía, reclamaba como la cuna de la identidad nacional. El EZLN nos lo lanzó con asombrosa lucidez arengas contra el modelo económico que habría de devorarse el planeta entero, sino que también logró consolidar un movimiento que demuestra que un mundo en el que quepan muchos mundos es posible.