Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Para rendir sus mejores frutos, la filosofía ha de surgir de la experiencia viva y constituirse como un discurso coherente y lúcido. En esta convicción fundaron sus esfuerzos intelectuales los integrantes del grupo Hiperión, que apareció en la escena cultural de México alrededor de 1947; entre ellos destacaba, por su clara inteligencia y sus dones como expositor, el pensador Jorge Portilla (1918-1963). Las refelexiones en torno a las peculiaridades de la realidad mexicana, llevadas a cabo por este audaz filósofo, alcanzaron una suerte de culminación en el texto ensayístico que abre estas páginas.
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