Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Este libro surge de la inversión de la pregunta que ordenaba un proyecto intelectual. En el lapso entre 1998 y 2004, Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 1947) gesta, en el monumental proyecto Esferas, su apuesta más vasta para explicar la historia de la humanidad indagando en el carácter pneumático de toda comunidad. Guiaba su mano la siguiente hipótesis: los seres humanos, para estar en el mundo, no hacen sino crear e insuflar incesantemente un espacio para vivir juntos. La escena psicopolítica de constitución de una sociedad es una escena amorosa, afirmativa, que se basa en el armado de un mundo común: los textos épicos, después nacionales, los dioses a los que se venera, las geografías que se celan y cabalgan, la hermandad. Este libro surge entonces, casi paralelamente, de la pregunta inversa, es decir, no la que indaga sobre cómo los hombres construyen comunidad —o sociedad— sino sobre cómo evitar que la destruyan.