Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Las lesbianas, en busca de una identidad colectiva que las libere del encierro de los diversos clósets, se relacionan primero con el movimiento homosexual y luego con el feminista, donde encuentran coincidencias que identifican como una etapa de búsqueda de la igualdad. Pronto las diferencias se hacen evidentes, la misioginia y el falocentrismo de los homosexuales y el heterocentrismo de las feministas. Buscan entonces la autonomía, demandas especificas, un lenguaje propio y una lógica que expliquen en primera voz la dinámica de su existencia.