Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La migración no ha sido un tema central de la historia patria quizá por lo que significa reconocer que México es un país de emigrantes y no de inmigrantes, como sus dos vecinos del norte. Implica una necesaria reflexión sobre las causas que motivan a decenas de miles de mexicanos a migrar al norte. Puede llevar, por lo tanto, a hablar de las difíciles condiciones de vida del campesino, de la violencia que empuja a las familias a buscar seguridad en otros cielos, de los resultados decepcionantes del modelo de industrialización para la mayoría de la población, del desprecio con el cual los migrantes mexicanos han sido tratados en distintas épocas en Estados Unidos o de la imposibilidad de su propia patria para garantizarles dignidad en el trabajo.