Sinopsis
Recuerdo ahora una de las últimas veces en la que me encontré con Alberto Gironella, cuando ya andaba encerrado ensimismado en su casa del Valle de Bravo, lugar cuyo nombre le cuadraba como cortado a la medida. Fue en la sala del Círculo de Lectores, de Madrid, con motivo de la presentación de la edición ilustrada por Alberto de la mítica novela de Malcolm Lowry, Bajo el volcán. Rodeados por las imágenes que había dibujado Gironella, distribuidas por las paredes del local, estuvimos hablando, frente al público, de muchas y variadas cosas, pero retengo, entre lo que se dijo, la declaración alquimista de Lowry de que él había transformado en oro todo el mucho mezcal que llegó a beber. De inmediato, pensé, para mis adentros, en el propio Alberto, y no sólo por su bien ganada fama de santo bebedor, sino porque a nadie cuadraba mejor que al bravo Gironella, salvo al mismo Lowry, esa capacidad de convertir en oro cualquier bebedizo.Las visiones de Gironella comenzaron a fluir doradas, no a causa del mezcal, sino de la mezcla, de la explosiva combinación de retazos de historias contrapuestas, aunque igualmente excéntricas. Un revolutum icónico de contratiempos, ahormados por un retablo, donde cabe cualquier devoción, sagrada y profana, con tal de que sea legendaria, fabulosa.