Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Raúl Anguiano, uno de los grandes artistas mexicanos del siglo XX, llegó al mundo en una época de grandes cambios artísticos y sociales. Pronto comenzó a participar en ellos, debido a su temprana afición por las artes y a su interés por cuanto ocurría en las esferas de lo político y lo social.Con el motivo del nonagésimo aniversario del artista, a partir de 2005 se realizaron diversas celebraciones en torno a su obra. Una de ellas, concebida en este ambiente de festejo por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Gobierno del Distrito Federal, en complicidad con el entusiasmo del propio Raúl Anguiano, fue una exposición retrospectiva que abarcara su fructífera y larga trayectoria artística. Mientras esta muestra se preparaba, el 13 de diciembre de 2006, la muerte sorprendió al pintor.
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