Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Al término de la Guerra Civil española, quienes habían defendido la república tuvieron que salir huyendo del lugar, para evitar las represalias del general Franco. Salió gente de toda clase. Intelectuales, científicos, profesionistas y arquitectos entre muchos más. México fue el país que de manera sistemática abrió generosamente sus puertas a los republicanos españoles. Durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas llegaron a nuestro país cerca de 20 mil exiliados, entre ellos vinieron arquitectos, los cuales son objeto de estudio en la presente edición.En el libro se estudian detalladamente las obras y actividades profesionales de los arquitectos españoles exiliados en México, así encontramos los trabajos de: Francisco Azorín, Bernardo Giner de los Ríos, Tomás Bilbaos, José Luía M. Benlliure, Jesús martí, Ovidio Botella, José Caridad, Roberto Fernández Balbuena, Arturo Sáenz de la Calzada, los catalanes Emili Blanch, Jordi Tell, Francesc Detrell y Félix Candela, entre otros.La obra afronta uno de los temas centrales de la historiografía de la arquitectura contemporánea: las relaciones entre Europa y América durante el siglo XX. Se trata de un episodio que demuestra que la capacidad creativa, la aspiración al realismo, el deseo de mejorar el mundo, y la búsqueda de estructuras ligeras, se pudo desarrollar de manera generosa, exuberante y libre en el Nuevo Mundo. Ideas arquitectónicas europeas e americanas fructificaron juntas.