Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Ubicado dentro de la primera sección del Bosque de Chapultepec, pues Olga y Rufino Tamayo siempre estuvieron muy interesados en que el recinto que albergara su colección de arte estuviera en esta área, el Museo Rufino Tamayo es una de las principales atracciones del lugar, junto con los museos de Antropología y Arte Moderno. Para llevar a cabo este proyecto convocaron a los arquitectos mexicanos Abraham Zabludovsky y Teodoro Gonzalez de León, quienes diseñaron el edificio que se convertiría en una pieza más de la colección. Esta aventura comenzó en 1972, mientras que su construcción arrancó hasta 1979 y concluyó dos años después, en 1981. El edificio es uno de los pocos ejemplos de arquitectura contemporánea mexicana destinada desde su proyecto original a la labor museística y se incorpora armónicamente al entorno gracias a su forma piramidal, lo que remite a la herencia arquitectónica prehispánica.
