Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Desde hace varias décadas el grafiti (o graffiti en su acepción original) surge en la Ciudad de México como una de las manifestaciones más constantes, ubicuas y poco exploradas de la cultura, entendiendo esta práctica como un conjunto de actos que no necesariamente se circunscriben, como algunos quisieran, a la noche de gatos pardos que es la cultura popular, ese segmento híbrido de la realidad donde todo y nada cabe. No obstante, las condenas o las acciones punitivas contra su realización, su práctica es continua por parte de una extensa comunidad, hecho que lo convierte en un movimiento que alcanza a un gran segmento del espacio público lo mismo en las grandes urbes que en medianas y pequeñas ciudades, en poblados rurales, en sitios de paso y todo tipo de lugares, por insólitos o confinados que pudieran parecer. La Ciudad de México, capital del país, es parte de ese enorme entramado donde el grafiti tiene lugar. Sin embargo, el grafiti carece de biografía en la Ciudad de México, núcleo político, ombligo simbólico, Ciudad-Estado, megalópolis donde circulan y convergen incesantemente sus distintas acepciones y géneros, y donde casi siempre pasan inadvertidos para el habitante citadino su sentido y significados.