Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
La lectura de estas páginas nos pone en contacto con la sacralidad del arte. Ruskin fue capaz de superar el síndrome de Stendhal para destilar una de las mejores obras de estética que se hayan escrito.