Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Mancebo fue un autor que, de manera consciente, como una voluntad de estilo, cultivó un mundo poco frecuente en nuestra dramaturgia: ficciones esperpénticas, plenas de imaginación y absurdo, donde las posibilidades del lenguaje pasan del fatal desparpajo a la más seria búsqueda de un habla hecha de actualidad y tradición. Por un lado, su teatro evoca a sus demonios familiares --Beckett, Ionesco, Valle Inclán, Jarry, Molière--; por otro, tiene una intuición poderosa, un gran sentido del humor y una inconciencia notables. Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho, teatro rebosante de ingenio verbal y humor rabelesiano, obra capaz de incitar la más delirante fantasía escénica, es la muestra más acabada del arte de este joven autor que desapareciera tan prematuramente en el año 2000. La ilustre capitana y su inefable escudero vuelven a navegar en olas de tinta y papel.