Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Desde sus primeros libros, Juan Gelman ha encontrado en el habla infantil una forma de indagar esas pequeñas figuras del lenguaje que le habren paso a la poesía. De este hablar niñeando, hablar forjado en una zona preverbal, surgen voces que son clave para explorar el peculiar universo de uno de los poetas más deslumbrantes y más influyentes de las ultimas décadas: amorar, primavera, mandar, verbos afines a la necesidad de aboir ciertas pautas culturales y gramaticales que nos alejan de la esencial evocación de toda poesía: nombrar lo que no sabemos nombrar, decir lo indecible.En un poema de 1982 que redactó en Roma, Gelman acuña el verbo que ahora sirve de título a este nuevo libro: "y la pasión mundada como loca en tu voz", nos dice a propósito de "la negra Diana", compañera rebelde asesinada en la Argentina. ¿Y qué podrián buscar sus verdugos, los promotores del no mundo, sino sofocar ciertas maneras de decirle que si a la lucha, a la ternura, a la belleza? "Pero la muerte", nos aclara puntual el poeta, adolesce de varios defectos, más de un cuarto de siglo después, "el verbo anómalo y certero ratifica su visión afirmativa, su necesidad de oponerse, de nuevo y todavía, a todo lo que apuesta contra las cosas imprescindibles que soporta el mundo: el pato salvaje que cruca el cielo como una ilusión: el amor que se besa en los puentes; el sencillo callejon de la espera; el sol joven que cesa la vida de la muerte; la hermosura de las calles; los mares, la s mareas y todas esas tramas que hacen que el mundo no sea más que mundo..." en ninguna otra cosa".