Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Si bien el siglo XX se distingue como un periodo que fractura la continuidad de la cultura y la civilización occidentales por su desenfrenada pasión por la guerra, México debe a ello, en contraparte, una amplia generación de pensadores y creadores que destacaron por su profundo compromiso social y educativo.Al acercarnos a la personalidad y a la obra de Ramón Xirau a través de este volumen, Mariana Bernárdez nos descubre los méritos de una de las figuras más emblemáticas de los transterrados.Ramón Xirau destaca por su labor en el aula, por sus proyectos de difusión del pensamiento en diversos órdenes (la crítica literaria, la traducción, el editorial), su bien templada obra poética y su huella definitiva en la cultura del México contemporáneo, junto con la reflexión que ha propiciado en torno a ella.Bernárdez se interna en los diversos registros de la obra de Xirau por dos vías: el ensayo, por una parte, lo que permite explorar diversos asuntos conforme el fluir de la vida en su permanencia; y, por otra, a través de la entrevista como un horizonte que da cabida al testimonio, a la especulación, al pensamiento poético y al cuestionamiento para conformar una memoria viva.Cuatro capítulos nos acercan tanto a la vida del filósofo que hace cuestión de los problemas de la existencia, como al poeta que busca expresar lo indefinible, al rompe el cerco del lenguaje para desbrozar lo vivido y trazar las coordenadas de su centro de pensamiento, el sentido de la presencia, ahí donde el tiempo interno encuentra su significado para develar y velar aquello que nos religa a los otros y al mundo.