El amor entre una madre y una hija es ciego: se aman, se necesitan, se buscan a lo largo de su vida. En este tiempo circular las teorías se repiten, aunque los roles cambien. Electra acude al llamado de su madre. Vienen para acompañarla en su convalecencia, pues acaba de someterse a una operación de retina. El departamento de la madre es el espacio en el que vive su incapacidad para darle una imagen diferente a su amor; las descalificaciones llenan el día a día y Electra se refugia en sus sueños para liberar el veneno de su impotencia y los demonios de su frustración.