Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Ladrón de dinosaurios está poblada de personajes extraños, plenos de ficción, y otros que forman parte de la memoria colectiva y del presente de la literatura mexicana: Augusto Monterroso, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, José Agustín y algunos otros que el editor cambió sus nombres para proteger a Eric Uribares de un posible y merecido atentado contra su persona, pero que el lector avezado sabrá reconocer, dependiendo de sus propias filias y fobias. En todo caso, la mayoría de las revelaciones que el autor descubre, sean de un ámbito conocido o desconocido, pertenecen al universo ficticio de una cuentística fresca, entretenida, divertida con tintes de un humor negro y en la que las historias narradas poseen una intención literaria bastante clara. Se trata, pues, de un libro que mezcla las múltiples caras de la realidad con lo imaginario para crear un coctel que se puede beber de un solo trago.