Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Edgar Pérez González ronda los cincuenta años de edad. Es viudo, regordete y se mueve en el mundo que ha creado para sí: mediocre y sin mayores sobresaltos gracias a su trabajo de historietista y guionista de fotonovelas. Ello hasta que empieza a conocer a mujeres, en su mayoría más jóvenes que él, que llegan a su vida de una forma tan insospechada como sus crueles y trágicas desapariciones, y que comparten el gusto enfermizo por convertirlo en un personaje patético, indigno, fracasado y que sólo sirve para dar cierta seguridad a su pareja en turno. Con Morderán el polvo, Gerardo de la Torre logra por medio del humor negro inscribirse en esa preciada y ácida tradición de la literatura mexicana a la que pertenecen Rodolfo Usigli, Rafael Bernal y Jorge Ibargüengoitia.