Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En la presente obra, el autor analiza dos momentos en que el escritor norteamericano Jack London estuvo en contacto con nuestro país: el primero que se inicia en 1911, cuando London escribió El Mexicano, texto en el cual demuestra su simpatía por las causas revolucionarias de esa época; el segundo, ocurre en 1914, cuando participó como corresponsal de guerra durante la invasión de Estados Unidos a Tampico y Veracruz.Entre uno y otro momento se ubica el idealista que hace que un mexicano joven y moreno venza en una pelea de box a un gringo fuerte y rubio, y en otro el xenófobo que justifica la invasión de México debido a sus ideas y creencias en el militarismo estadounidense y la supremacía racial anglosajona.. Este libro aborda ambos momentos, analizando sus causas y el entorno en que se presentan. Entre una y otra postura se manifiestan sus ideas sociales, así como su constante búsqueda por ganarse la vida como escritor. Por dinero escribió relatos sencillos y vendió su talento como corresponsal de guerra.London no quiso escribir la gran novela sino vivir la gran aventura. Su vida es la de un aventurero que escribe. No persigue fama sino dinero, Lo importante para él es el presente, no la posteridad. Lo admitió diciendo alguna vez "Quiero las recompensas por mi obra, mientras pueda disfrutarlas. Denme el dinero ahora, otros pueden quedarse con la fama. ¿Qué es la fama? Un rayo de luz que se pierde en la oscuridad".
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