Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Estas memorias son entrañables, amenas, deliciosas. Su autor las compuso al ritmo de sus soliloquios y sus diálogos, entre la maraña de los viajes, las conversaciones y los destinos que había que apurar en, a veces, desesperadas situaciones como arquitecto, esposo, amigo, cazador, en fin, como hombre de suertes y simpatías, de alegrías y sorpresas, de inquietudes y curiosidades. Todo esto, concretado en una escritura fragmentaria, o episódica, que ha dado como resultado páginas espléndidas, capaces de mostrar que lo sencillo no es necesariamente algo simple. Agraciadas y con un hondo sentido de la vida, incorporan la imagen de las huellas en su título haciéndonos recordar esa imaginaria superficie del pasado que nos perteneciera alguna vez. Siguiendo mis huellas ofrece una visión del México de la segunda mitad del siglo XX así como los rostros de sus sucesivas transformaciones. Estas memorias se amoldan al ritmo de una narración ágil y directa, de tonos coloquiales y expresivos. Con sensitiva justicia dice el escritor Hugo Hiriart: "Toda vida es fascinante, pasen, pasen ustedes. La visita al arquitecto Alejandro Caso y a su vasta memoria les producirá sin duda una perdurable, aleccionadora y gratísima memoria a ustedes".