La vida no es más que una larga serie de pesares y un corto sueño de ilusiones y esperanzas, escribio Esteban Echeverría en alguna hoja de sus apuntes y diarios. Y es ése el ritmo y el sazón de su vida, entregada a una empresa efervescente, la de escribir y conocer. Arrojado al destierro, Echeverría terminará sus días en medio de afanes y desesperanzas. No obstante, la fortaleza de su espíritu le permitirá ejercer una escritura que contribuirá a forjar toda una época en un paía hasta entonces casi inhóspito.