El amor, el paso del tiempo, la celebración de la vida y la inminencia de la muerte son preocupaciones constantes de una poética que busca tensar el lenguaje en un difícil equilibrio entre actualidad y tradición para hacer del poema una pieza clave de pura resiliencia, de viva resistencia ante el olvido. Ello es más que evidente en Quién te supiera espejismo, testimonio de un viaje a Inglaterra y al Oriente, pero también al pasado y a otras dimensiones, en búsqueda del amor perdido, de la juventud esfumada, de los amigos que la distancia o la muerte ha arrancado. No el amor, sino el recuerdo del amor para poblar su ausencia, y así darle sentido a un presente baldío, parece ser el espíritu imperante en este libro. Dividido en cinco secciones que van del haikú al verso libre, y de la vena lírica, a la satírica y a la elegiaca, los poemas que lo integran nos hacen entrever una historia rebelde, violenta, jocosa y desolada que se niega a morir. Ante el bostezo del silencio y la indiferencia del olvido, los poemas que atraviesan Quién te supiera espejismo son fragmentos de vida vivida que se incrustan, dolorosos y claros, en la piel de la tiniebla para hacerla sangrar, sí, pero también para mejor iluminarla.