Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El libro es producto de décadas de indagaciones que el escritor y ensayista Alejandro Toledo ha realizado en torno a la vida y la escritura de Francisco Tario (seudónimo de Francisco Peláez Vega, México, 1911-España, 1977). Se aprovechan diversas inmersiones en los archivos del autor, de donde provienen tanto el material fotográfico como otros documentos, con los que se logra armar el rompecabezas de su vida. El libro reconstruye algunos momentos esenciales de ésta, a la vez que ofrece una aproximación crítica a una obra centrada en lo fantástico y arma un "retrato a voces" con las personas que conocieron de cerca a Tario: su hermano, el pintor Antonio Peláez; los hijos, Sergio y Julio; los amigos, José Luis Martínez, Rosenda Monteros y Esther Seligson, entre otros. Se incluyen además dos paquetes de correspondencia: las cartas a su hermano, que cifran una época (años cincuenta y sesenta) y las cartas a Carmen Farell, su "mágico fantasma".Esos textos tempranos, que van de 1930 a 1935 son, por la constancia en su ejercicio, una suerte de escuela de escritura para Francisco Tario, fuente primaria para conocerlo en esa etapa juvenil. La minuciosa investigación que llevó a cabo Alejandro Toledo ofrece a investigadores y estudiosos de la literatura nacional, así como al público en general, la posibilidad de conocer más de cerca la vida y obra de Francisco Tario / Francisco Peláez Vega, de la que poco había que reseñar, salvo que era propietario de salas de cine, que no frecuentaba círculos literarios y que vivió entre la ciudad de México y Acapulco hasta que se trasladó a Madrid en 1960, donde habría de radicar hasta su muerte.