Hay actos que se consumen en su propia realizacion: comprar el diario, tomar cafe, preguntar una dirección; nada mas se desprende de su rutinaria banalidad. Fumar, en cambio es algo irreductible a la transacción mediante la cual adquirimos una cajetilla o a la gimnasia manual con la que encendemos un cigarro. Fumar, nos dice Klein, es una forma de expresión, una postura ante la vida y, cada día más, una consigna política