Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Las múltiples actividades que el Conaculta llevó a cabo para celebrar el centenario del nacimiento de Octavio Paz en 2014 apuntaron a un objetivo común: fomentar la lectura de su obra. Para ello, muchos de los más altos poetas e intelectuales contemporáneos se dieron cita en la ciudad de México y en Madrid para recordar y analizar el perdurable testimonio de su pluma y otro testimonio de igual relevancia: el de su amistad. Con un gran recital de poesía, un entrañable encuentro de amigos, una serie de mesas de análisis y una exposición que daba cuenta de su relación con las artes plásticas y bibliográficas, recordamos a Octavio Paz, mexicano universal, e invitamos a leerlo y releerlo como el mejor homenaje posible. Estas páginas son la memoria necesaria de aquella celebración, pues lo que se dijo en esos días contribuye de manera relevante al estudio de la obra y de la persona.