Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La figura de Napoleón es tan controvertida que se vuelve sumamente literaria. Es el hombre que abdicó dos veces ante sus propias ambiciones. Pocas personas han sido tan condenadas por la historia. Sin embargo, para otros tantos, el Emperador representaba, no sin romanticismo, una necesidad histórica. ¿Por qué Bloy siente tanta animadversión por los reyes y tanto aprecio por Napoleón? Como lo dice el título del libro, por su alma. La única cualidad importante para el romántico es ésa. El empeño literario de Bloy va más allá de una defensa autoritaria y reaccionaria del pasado; quiere comprender simbólicamente cómo un hombre nacido en una isla irrelevante estuvo a punto de extender el dominio de Francia a toda Europa. Esta obra, vertida al español por Aurelio Garzón del Camino, tuvo influencia en toda la generación de Joris-Karl Huysmans y otros escritores polémicos: "¿Quién es capaz, pues, de explicar o de comprender profundamente cualquier cosa?" Léon Bloy deja en claro que Napoleón declaró la guerra contra el absolutismo, convirtiéndose él mismo en un absolutista y que su alma, el alma de todo un país, es la de un Emperador derrotado.