Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Este texto aparece como fruto de una admirable confabulación, nacida de esa amistad que surge del encuentro de las culturas y que ilumina poderosamente la convergencia de las identidades. Una amistad que ha reunido a artistas ingleses y mexicanos para producir un espectáculo memorable. La Royal Shakespeare Company, en el contexto de la celebración que ha reunido a todas las teatralidades en torno a la visión shakespeareana del mundo, encargó a Luis Mario Moncada esta composición dramática que mira el asombroso mundo de los antiguos mexicanos tras el cristal de la tragedia isabelina, al tiempo que en una escenificación conjunta con la Compañia Nacional de Teatro ha conseguido que el espectador británico se reconozca a sí mismo en el espejo de una otredad insólita y reveladora, tanto como para nosotros, el asombro de México aparece en la alta dimensión del Teatro.