Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La perspectiva desde la cual los historiadores describen el pasado está profundamente influida por su propio contexto y filias doctrinales. Los autores aquí reunidos señalan al menos tres tipos de ascendentes en los debates sobre el siglo XIX durante el XX: la Revolución mexicana, la aparición de la historiografía profesional y los enfoques de los historiadores: positivistas, historicistas, marxistas, liberales, católicos o hermenéuticos. María Luna Argudín y María José Rhi Sausi reunieron nueve ensayos para escrutar la forma en que los historiadores del siglo XX narraron el siglo que les precedió. Esta excursión por la historiografía mexicana permite apreciar horizontes teóricos y la influencia de ideologías y convicciones; también la profesionalización de la historia y el legado de grandes autores como Daniel Cosío Villegas, Luis González y González, Edmundo O Gorman y Jesús Reyes Heroles, que siguen siendo exaltados y debatidos.