Rebolledo decoró sus gemas poéticas con arcaísmos, neologismos, colores, sonidos y texturas que evocan imágenes de gran plasticidad; logró sus mejores composiciones en la forma del soneto, aunque también trabajó metros menos rígidos, utilizó varios recursos parnasianos para construir sus narraciones, que como la mayoría de los ejemplares modernistas del género, a veces tendieron al estatismo porque la trama se supeditaba a la introspección o la representación de visiones oníricas