Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
La vida del buscón llamado don Pablos es la historia de un muchacho segoviano, hijo de un barbero-"tundidor de mejillas y sastre de barbas"-y de Aldonza de San Pedro, "que no era cristiana vieja", ambos de muy dudosa moralidad: mitad ladrones, mitad brujos. Por encima de las peripecias de Pablos, la obra es un alarde de ingenio, de hiperbólica muestra del Quevedo más inhumano, que en nada se compadece de sus criaturas. Su verismo es solo literario, y la realidad referida nos llega sometida a una genial deformación que marca una cumbre de nuestra literatura.