Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Testigo entrañable y minucioso de la vida popular y recreador del lenguaje, modos y costumbres de los barrios de la ciudad, Gabriel Vargas Bernal está considerado coma el mayor historietista mexicano. En La Familia Burrón, su obra más trascendente, narra con especial ingenio las jocosas desavenencias, penas y alegrías de la familia humilde; pero también es crónica intimista y cotidiana del México arrabalero con la autenticidad de sus personajes: testimonio de más de setenta años de la vida nacional a la luz del Callejón del Cuajo.Historiadores y personas dedicadas a este género literario coinciden en decir que Gabriel Vargas "es el más grande historietista mexicano el cual desde hace más de siete décadas es creador de personajes que trascienden el mundo de la historieta y llegan a los limites más profundos de la crítica social y de la recopilación lingüística. Don Alfonso Reyes manifestó que Gabriel Vargas era el único mexicano que merecía ocupar un lugar en la Academia de la Lengua: "él ha registrado como nadie los giros del habla popular y no sólo eso, sino que a partir de allí ha inventado frases, palabras... que se han vuelto del dominio popular". Durante muchos años Vargas se dedicó a conocer la vida nocturna de la ciudad de México, así como los diferentes barrios -siempre acompañado de personas que lo custodiaban- para realizar sus historias con personajes reales. De las nueve de la noche a las dos o tres de la mañana, recorría carpas, cafés, teatros, cantinas, cabarets "para enterarme del movimiento, el modo de hablar y ser de cada persona. Necesitaba compenetrarme en el verdadero ambiente de nuestro pueblo".